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último apunte de diario �El discurso pol�tico de la izquierda tradicional es aberrantemente cortoplacista�
   
 
16/02/2013 | Mayka de Castro | - |
kaosenlared (febrero de 2013)
 
En una d�cada... el escenario pol�tico habr� experimentado una deriva hacia formas m�s autoritarias. En t�rminos econ�micos a duras penas vamos a salir de esta crisis. Ecol�gicamente veremos los efectos m�s claros del cambio clim�tico y del encarecimiento de los precios...


Activista, escritor y docente de Ciencia Pol�tica en la UCM, Carlos Taibo es uno de los te�ricos m�s reconocidos del decrecimiento en Espa�a. Su propuesta es �orgullosamente anticapitalista�, antipatriarcal, internacionalista, autogestionaria y conlleva una redistribuci�n radical de los recursos. Con motivo de una charla en la Universidad de Granada el pasado enero, aprovechamos para preguntarle sobre las distintas propuestas pol�ticas y las posibilidades de los movimientos sociales.

�Crees que el decrecimiento se est� teniendo m�s en consideraci�n con la crisis y la situaci�n actual?

No me cabe ninguna duda. El hecho de que la irrupci�n de la propuesta en Espa�a coincida con la crisis hace que tenga un plus adicional. El decrecimiento es una opci�n objetiva frente a la crisis, que plantea un discurso que maneja claves completamente distintas de las del sistema. Yo creo que esto lo est� entendiendo mucha gente. Hay una ventana de oportunidad que nace al calor del decrecimiento y que se vincula a la crisis.

En un art�culo hablabas de pagar �las otras deudas�: con las mujeres, con los pa�ses del Sur y con la Tierra. �C�mo se incluyen estas demandas hist�ricas en las luchas actuales?

Se incluyen mal. Si hablamos de la izquierda tradicional, no tienen presencia. Cuando uno analiza lo que proponen las c�pulas de CCOO y UGT, o la propia direcci�n de IU �aunque habr�a que matizar m�s porque esta �ltima program�ticamente puede coquetear con esto�, descubre que el horizonte es de un cortoplacismo aberrante. Estas luchas est�n marginadas. En el mundo alternativo es diferente. Por ejemplo, esta argumentaci�n cala inmediatamente en las asambleas populares del 15M. Se entiende que no podemos estar aqu� peleando s�lo por defender los puestos de trabajo o contra los desahucios si no tomamos en consideraci�n esas tres deudas. Esto tiene que ver con un problema general de la vertebraci�n mental de nuestras sociedades: el discurso dominante es aberrantemente cortoplacista y cortogeogr�fico. S�lo interesa lo que est� �al lado�.

�C�mo se incluye el pensamiento descolonial en el modelo de decrecimiento?

De tres maneras. La primera asume la forma de una propuesta �tica: si queremos tener alg�n derecho a pedir a los pa�ses del Sur que crezcan de manera diferente, ser� porque nosotros hemos decrecido antes. La segunda es a trav�s del recordatorio permanente de que tenemos muchas cosas que aprender de los pa�ses del Sur, m�s que ense�arles. Cuando Latouche analiza el escenario contempor�neo en �frica y recuerda que buena parte de nuestros conciudadanos llegan a la conclusi�n de que hay que ayudar a los africanos, responde provocadoramente: �no ser� m�s inteligente que nos dejemos ayudar por los africanos, que han sido capaces de articular redes sociales para resolver solidariamente muchos problemas en un escenario de escasez dram�tica? La tercera es la relaci�n fluida entre determinadas cosmovisiones que nacen en el mundo rural, en los pa�ses del Sur y en las comunidades ind�genas, y en particular las vinculadas con el �buen vivir�, que est�n en la misma onda mental que la del decrecimiento.

�Por qu� no tienen calado las ense�anzas de la lucha zapatista en la izquierda espa�ola?

Porque la propuesta zapatista tiene mucho que ver con el magma libertario, con un rechazo objetivo de que las cosas se puedan cambiar desde el poder y con una perspectiva muy cr�tica con respecto a la delegaci�n de la toma de decisiones y la representaci�n. Tambi�n hay ciertas iras con respecto a la propuesta zapatista en el �mbito de la izquierda tradicional y el marxismo cosificado, que siguen pensando y concibi�ndolo todo en t�rminos de toma del poder y de partidos jerarquizados.

A partir de tu experiencia del 15M, �dir�as que posible plantear propuestas pol�ticas anticapitalistas que agrupen a un alto porcentaje de poblaci�n?

El a�o pasado surgi� ese lema de �somos el 99%�. Bueno, pues es mentira. Como lema puede tener alguna gracia, pero es una distorsi�n peligrosamente poco h�bil. Somos una minor�a, y no conviene que nos enga�emos. El conjunto de la sociedad espa�ola est�, en el mejor de los casos, en una posici�n ciudadanista. Sobre el 15M, mi tesis es que el discurso anticapitalista ha ganado al discurso ciudadanista. Si alguien dice que el 15M representa un espectro social muy amplio, lo aceptar� de buen grado, pero agregar� que si el discurso ciudadanista era moderadamente funcional en un contexto de no-crisis, cuando surge la crisis el est�mulo para que emerja un discurso orgullosamente anticapitalista es mucho m�s claro. No tenemos que buscar una salida a la crisis, sino al capitalismo.

Una hip�tesis: �qu� te pensar�as si un sector del 15M y DRY se presentasen a las elecciones como partido?

Que est�n en su derecho siempre que no utilicen el nombre del 15M. Entrar�a en confrontaci�n ideol�gica pero lo respetar�a: yo no soy qui�n para decir a nadie lo que debe hacer. Una vez, en una asamblea de jubilados, dije que si en las encuestas relativas a cu�les son las instancias m�s aceptadas por la ciudadan�a se incorporase al 15M, �ste ganar�a de calle: tiene un prestigio mayor que la monarqu�a, las fuerzas armadas o los partidos. Alguien me dijo que entonces lo que hab�a que hacer era convertir el15M en un partido. Yo mir� perplejo al interpelante y dije: s�, convirtamos esto en un partido y veremos c�mo baja r�pidamente de popularidad.

En ese sentido, �es posible llevar a cabo un proyecto anticapitalista desde las instituciones?

Creo que no. En el mejor de los casos, es posible llevar a cabo un proyecto que sirva de apoyo jur�dico-legal desde instancias externas. Si me propusieran elegir entre desarrollar dos materias -c�mo cambiar el mundo desde la base y c�mo cambiarlo desde las instituciones-, me resultar�a infinitamente m�s f�cil argumentar desde la primera. La segunda est� tan llena de trampas que me sorprende que siga habiendo gente que no las ve. Porque �sta es una pol�mica cotidiana con quienes dicen que no se puede dejar de lado las instituciones.

�Internet podr�a ser un medio para practicar la democracia directa?

No. Es un medio para intercambiar informaci�n, para permitir estrategias de movilizaci�n� El decrecimiento reivindica siempre la primac�a de la vida social, e Internet est� bastante re�ido con la vida social. M�s all� de eso, me resulta f�cil imaginar que se convierta en un instrumento al servicio de proyectos autoritarios. Hay que preguntarse: si nos hacen preguntas en Internet en r�gimen referendario, �qui�n elige esas preguntas?, �c�mo se computan los resultados? No digo que no tenga sus ventajas, pero a mi entender no en t�rminos de democracia directa.

�Las redes sociales son un espacio interclasista y pluri-ideol�gico?

Ni interclasista ni pluri-ideol�gico. Partimos de la definici�n de que todo el mundo est� en Internet, y eso no es verdad. Aunque la Red se ha extendido mucho, hay una dimensi�n generacional que a veces se olvida: la mayor parte de la gente mayor no est� en esto, y �sta es una cuesti�n mucho m�s delicada de lo que parece. No se puede articular un movimiento social marginando desde el inicio a quienes tienen m�s de 60 a�os. Mi impresi�n es que las redes propician ante todo una comunicaci�n entre gentes afines, pero pueden provocar tambi�n enquistamiento. Lo que se jalea en Twitter son los mensajes contundentes y un poco panfleteros. Me genera duda, en ese sentido, una tecnolog�a que promociona fundamentalmente el panfleto y olvida las reflexiones m�s anal�ticas. Adem�s, siempre olvidamos la funcionalidad que estas tecnolog�as tienen para el sistema: el carro del sistema se ve mucho m�s beneficiado por Internet que el carro alternativo, aunque este �ltimo obtenga alg�n beneficio de esas tecnolog�as.

El caso Alf�n y otros similares, los indultos de los polic�as condenados por tortura, la represi�n indiscriminada, las leyes y reformas impuestas por Real Decreto sin pasar por el Parlamento, la supresi�n del derecho a la tutela judicial� son casos que est�n poniendo en duda el Estado de derecho. �Dir�as que est� habiendo una deriva dictatorial del Estado espa�ol?

El adjetivo �dictatorial� es un poco delicado. Son agresiones graves, pero comparadas con la situaci�n en dictaduras tradicionales, todav�a queda alg�n resto garantista. La cuesti�n es doble. En primer lugar se trata de preguntarse de d�nde partimos, y creo que no partimos de ning�n para�so democr�tico: las reglas del juego est�n marcadas por lo que yo entiendo que son violaciones consistentes de los derechos de la mayor�a. La segunda cuesti�n es, claro, a d�nde vamos. En ese terreno admito que podemos adentrarnos en el escenario de una dictadura. La �nica respuesta consistente que el capitalismo est� articulando es un proyecto de darwinismo social que implica preservar para una minor�a del planeta los recursos escasos y dejar a su suerte o, a�n peor, exterminar, al resto. �sta es la �nica respuesta que adivino, e implica, claro, la consolidaci�n de dictaduras. Admito que el debate es complejo. Probablemente estamos en un estadio inicial de tanteo, para amedrentar a la gente sobre la base de mecanismos represivos que incumplen normas elementales, pero tampoco van mucho m�s all�.

Est� habiendo un repunte en la aceptaci�n de pr�cticas tradicionalmente asociadas al anarquismo (como la ocupaci�n de viviendas vac�as por los desahucios o la autogesti�n), �crees que esto supone un acercamiento de la ciudadan�a en general a una visi�n de cambio de modelo radical del sistema o que son pr�cticas para llenar un vac�o que deja la Administraci�n?

Me gusta poco el adjetivo �anarquista�, porque remite a una adhesi�n expresa a un cuerpo conceptual preciso. En cambio �libertario� da m�s aire, es m�s general y nos habla sin m�s de gente que apuesta por la democracia de base, por la autogesti�n, por la asamblea, y que rechaza los liderazgos�Creo que hay un clar�simo renacimiento de esto, que se vincula con muchas de las pr�cticas del 15M, con el movimiento anarcosindicalista, con muchos movimientos sociales que se desenvuelven en esa clave. Haces bien en preguntar si esto tiene que ver con circunstancias precisas vinculadas con la crisis, o si refleja la irrupci�n de un proyecto de contestaci�n del sistema y gestaci�n de otro alternativo. Creo que esto �ltimo es bastante razonable como explicaci�n. La gente se ha percatado de que la tarea m�s honrosa hoy mismo es construir espacios de autonom�a al margen de las reglas oficiales. Los dos t�rminos importantes que los describen son autogesti�n �no depender de nadie que tome decisiones de fuera- y desmercantilizaci�n �romper la l�gica del mercado-. Creo que cada vez hay m�s gente que lo entiende, y subrayo: lo entiende espont�neamente, no en virtud de un tramado proceso ideol�gico de lecturas complejas. De hecho, me parece mucho m�s interesante que sea as� porque augura un comportamiento vital m�s s�lido y un compromiso m�s fuerte.

�Crees que nuevas formas de lucha han dejado atr�s otras hist�ricas, como la huelga general?

No s� si las han dejado atr�s, pero s� han desnudado muchas de sus carencias. La huelga general se ha convertido en una especie de recurso a la desesperada de cariz simb�lico. Somos perfectamente conscientes de que una huelga general en s� misma no modifica objetivamente nada. A menos, claro, que fuera indefinida, con lo cual el car�cter simb�lico inicial desaparecer�a en provecho de algo materialmente m�s interesante. La huelga general es, en sustancia, la estrategia simb�lica de los sindicatos mayoritarios, y creo que obedece a un mecanismo mental conducente, sin m�s, a intentar restaurar su credibilidad delante de la sociedad. Y me parece que una parte de la sociedad se ha dado cuenta de que hay que hacer otras cosas. Ese espasmo repentino del �hoy voy a la huelga pero ma�ana retomo la normalidad� hay que romperlo, y los espacios de autonom�a tienen la virtud de hacerlo permanentemente.

�C�mo nos ves en una d�cada?

Mal. Creo que el escenario pol�tico habr� experimentado una deriva hacia formas m�s autoritarias. En t�rminos econ�micos a duras penas vamos a salir de esta crisis. Y ecol�gicamente veremos los efectos m�s claros del cambio clim�tico y del encarecimiento de los precios de las materias primas energ�ticas. Al margen de esto, creo que los espacios de autonom�a seguir�n creciendo, probablemente m�s en el medio rural que en el urbano, y que una parte de la sociedad iniciar� una desconexi�n con un escenario, el que propone el sistema, que a duras penas va a encontrar mecanismos fluidos de legitimaci�n. Porque es un escenario de marcha, a pasos forzados, hacia el colapso.
 
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