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último apunte de diario Bush, nada querido
   
 
04/11/2008 | Carlos Taibo | Estados Unidos - |
El Periódico de Catalunya (4 de noviembre de 2008)
 
Todos los estudios confirman que la imagen exterior de Estados Unidos se ha hundido en los ocho años de presidencia de Goerge Bush hijo. Si así se quiere, son tres las razones que ayudan a explicar semejante quiebra de confianza.
La primera no es otra que el unilateralismo extremo que los gobernantes norteamericanos han abrazado. El firme propósito de defender en exclusiva los intereses y percepciones propios ha conducido a un visible ninguneamiento de Naciones Unidas y a un permanente rechazo de reglas como las que emanan del protocolo de Kioto o de la naciente justicia penal internacional. Ello es así por mucho que sea inevitable recordar que las cosas no eran sustancialmente diferentes en los años de Clinton, quien en el mejor de los casos postuló una suerte de multilateralismo a la carta que implicaba consultas con aliados de siempre sumisos y aquiescentes.
La segunda de las razones es, cómo no, la extrema violencia que ha marcado muchos de los movimientos recientes de Estados Unidos. Nunca se subrayará lo suficiente que en los últimos años los gobernantes norteamericanos han empleado instrumentalmente el terrorismo para, merced a tramadas estrategias de injerencia e intervención, dar rienda suelta a los intereses propios. Recuérdese al respecto, sin ir más lejos, que el evidente fiasco militar de la Casa Blanca en Iraq se ha visto acompañado de golosos negocios para las grandes empresas estadounidenses del complejo industrial-militar, la energía y la construcción civil.
Agreguemos, en fin, que sobran los motivos para concluir que Bush y su equipo no ha mostrado hasta hoy preocupación alguna por el que muchos entendemos que es el principal problema que arrastra el planeta: una pobreza lacerante que afecta a más de la mitad de los seres humanos. A menudo se ha señalado en las últimas semanas, con tino, que esos 700.000 millones de dólares que el gobierno norteamericano ha asignado para socorrer a un puñado de inmorales instituciones financieras -para hacer facilitar, digámoslo mejor, que vuelvan a las andadas- permitirían encarar los problemas más perentorios en materia de sanidad, educación, alimentación y agua. Bueno sería que en los años venideros algún tribunal internacional tenga a bien reprochárselo a George Bush hijo.
 
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