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último apunte de diario Una nota sobre el pacto de gobierno entre PSOE y UP
   
 
17/11/2019 | Carlos Taibo | Estado español/cuestión nacional - |
www.carlostaibo.com (17 de noviembre de 2019)
 
El análisis de la política convencional no es, sin duda, y como se verá, mi fuerte. No me resisto, aun así, a formular, sin acritud y desde el respeto, algunas ideas rápidas sobre ese posible gobierno de coalición que se aprestan a configurar PSOE y UP. Ahí van.

1. El gobierno en cuestión, si se confirma, nacerá de un parto doloroso. Comoquiera que a Pedro Sánchez no le funcionó la convocatoria de unas nuevas elecciones, retoma ahora lo que rechazó en el verano y lo hace en condiciones peores para su causa. El talento de Sánchez como estratega no tiene precio, y a duras penas puede camuflarse con la añagaza de la amenaza que supone Vox.

2. Sobre la base del único documento que se ha difundido, no estamos en condiciones de juzgar lo que, en el terreno programático, aportará un posible pacto PSOE-UP. Saltan a la vista, aun así, y en una rápida ojeada, sus previsibles dobleces. ¿Cómo se casa eso de combinar crecimiento y transición ecológica? ¿Qué dislate tendrán preparado para levantar a la España vaciada? ¿Qué consideración merecerán los integrantes de las generaciones venideras y muchos de los habitantes de los países del Sur? ¿No están sentados los cimientos para que el nacionalismo de Estado que abraza el Partido Socialista siga campando por sus respetos? ¿Qué hay que aguardar de esa maravillosa organización, la OTAN, que nos protege y de la que no se habla? Más allá de dudas como ésas, hay que preguntarse, claro, cómo encajan las promesas que se formulan en el terreno social con las restricciones presupuestarias que la UE, puntillosamente, alienta.

3. Sigue siendo difícil –imposible- dar crédito a la descripción del perfil de los posibles coaligados que proporcionan la mayoría de los politólogos. A menos que aceptemos aquello de Humpty Dumpty –cuando empleo una palabra, esa palabra significa escuetamente lo que quiero que signifique-, no es de recibo que un partido social-liberal como el PSOE sea descrito como una fuerza socialdemócrata –¿tan bajo ha caído la socialdemocracia?- y que una formación socialdemócrata como UP se nos presente como una instancia situada a la izquierda de una socialdemocracia inexistente. Servirse de esa distorsionadora terminología contribuye a ocultar el formidable giro hacia la derecha que ha experimentado el sistema de partidos español.

4. Lo más sencillo es que, de prosperar el pacto, y al amparo de un irrefrenado ejercicio de posibilismo, UP procure no romper un plato e intente evitar lo que podría ser una rápida y traumática ruptura. De resultas, es sencillo que las muchas miserias que seguirán acompañando a las políticas del PSOE acaben por pasarle factura a UP, que deberá aprestarse a tragar sapos una y otra vez. Lo digo con otras palabras: es mucho más fácil que del pacto se derive el enésimo ejercicio de moderación de UP -¿van cuántos?- y no un impulso de recuperación de esencias socialdemócratas del lado del PSOE.

5. Ningún motivo hay para concluir que eso que hemos dado en llamar Ibex-35 va a poner freno a iras y presiones. Está claro, por decirlo de otro modo, que no ha funcionado la estrategia de UP encaminada a convencer al gran capital español-internacional de que su propuesta le es beneficiosa. Esa propuesta subraya el carácter ineficiente, y la condición corrupta, de los dos grandes partidos a los que ese capital ha encomendado durante décadas la gestión de sus intereses. Así los hechos, cabe esperar que la jauría mediática prosiga, con razonable éxito, en su empeño de demonizar un pacto que no anuncia otra cosa, se diga lo que se diga, que una exquisita moderación.

6. En la trastienda despunta un pronóstico generalizado que anuncia una etapa prolongada de recesión económica. No estoy en condiciones de evaluar si es la enésima crisis cíclica del capitalismo o si, por el contrario, estamos ante una de las muchas señales anunciadoras del colapso que viene. Las cosas como fueren, el escenario no es precisamente el más halagüeño para un gobierno de coalición entre PSOE y UP, o, por decirlo de otra manera, se antoja radicalmente diferente del que ha beneficiado en los últimos años al gobierno portugués y ha permitido forjar la patética mitología social perfilada alrededor de éste.

7. A lo anterior se suma un hecho importante: el apoyo social que está llamado a recibir ese gobierno de coalición se anuncia limitado. No debe olvidarse que cobrará cuerpo en minoría parlamentaria, que el PSOE no se caracteriza precisamente por su capacidad de movilización popular, que UP ha sido en los hechos una respuesta desmovilizadora ante la desmovilización y que los sindicatos mayoritarios llevan décadas de lograda genuflexión.
En lo que respecta a quienes quedan a la izquierda de esta trama es improbable que se sientan en la obligación de respaldar las medidas que un gobierno encabezado por el PSOE se apresta a promover. Y tampoco están estas gentes –no nos engañemos- para muchos viajes, como lo anuncia, en singular, la debilidad y la fragmentación del sindicalismo libertario.
El único escenario en el que, hoy por hoy, se palpa algo que huele a genuina movilización es Cataluña. Salta a la vista, sin embargo, que la movilización en cuestión, que no sólo remite a demandas que guardan relación con el problema nacional, más fácil es que se produzca contra el gobierno de coalición que a su favor. Con el añadido de que la presencia, subordinada, de UP en ese gobierno puede contribuir a desacreditar poderosamente, una vez más, sus posiciones en lo que hace a la eventual aplicación del derecho de autodeterminación en Cataluña.

8. Claro que no se trata sólo de certificar la liviandad de los apoyos, y más aún la de los apoyos genuinamente militantes. Mal haríamos en olvidar la labor de zapa que se disponen a ejercer –la están desarrollando ya- los barones del Partido Socialista, claramente inclinados a defender un gobierno de gran coalición con el PP. Si las políticas de un gobierno PSOE-UP no dan los resultados apetecidos, lo más sencillo es que se escuche con fuerza la música de ese pacto entre socialistas y populares.

9. No está claro, sin embargo, que a la derechona española le interese sobremanera el horizonte de un gobierno de gran coalición. Aunque no parece singularmente paciente, bien puede esperar a la más que probable quiebra –por ineficacia, por desgaste, por desavenencias internas, por presiones de los poderes fácticos- del acuerdo entre PSOE y UP. A estas alturas, y por lo demás, sólo los más ingenuos concluirán que hay diferencias fundamentales entre lo que suponen el grueso del PP y de Ciudadanos, y una parte significada del propio Partido Socialista, por un lado, y lo que representa Vox, por el otro. Curiosa manera de llamar la atención sobre el peligro que esta última fuerza política acarrea es la que invita a olvidar que tiene réplicas en muchos lugares.

10. Termino como terminaba el último párrafo de mi último libro: sigo pensando que para estar a la altura de los retos que se nos echan encima necesitamos organizaciones nuevas que, transversales, acojan por igual, siempre lejos de instituciones y burocracias, a anarquistas y a libertarias, a gentes que trabajan en los sindicatos y a quienes lo hacen en los ateneos, a las activistas de los grupos de afinidad y a quienes desarrollan su vida militante en centros sociales autogestionados, okupados o no, a quienes porfían en dar alas a las asambleas del 15-M y a quienes se empeñan en sacar adelante los espacios autónomos autogestionados que he defendido tantas veces, a quienes mantienen organizaciones feministas, ecologistas, pacifistas, decrecentistas, antidesarrollistas y antiespecistas, y a quienes están empeñadas en la solidaridad con las desheredadas del planeta. Creo firmemente que no somos pocas. Aunque, a buen seguro, nos falta tiempo.

 
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